martes, 17 de julio de 2012

Un Día lleno de Color y Música



María, Isabel y yo

Hace unos días por la mañana tuve la fortuna de caminar junto con María, Isabelita y Farid por una de las calles cercanas a la casa. La calle Paraíso es realmente un camino dentro de un hermoso bosque. Allí se pueden observar muchos árboles como guamos, bucares, majaguas, algunos mangos centenarios y por supuesto muchos yagrumos. En un recodo de la calle están agrupados muchos yagrumos, formando un pequeño bosque que llamamos “El bosque de los yagrumos”. Entre los matorrales hay muchas trochas angostas, las hacen los picures y  lapas en su tránsito diario.

Una rama de un  yagrumo solitario, con hojas nuevas, es el hogar de una enorme pereza, quien se prepara para recibir el sol y secar su pelaje luego del rocío de la mañana. 

En el camino nos llamó la atención la cantidad de Paraulatas de montaña con sus pichones, que estaban entretenidas cazando insectos. Ellas, maravillosas cantoras, quienes desde las cinco de la mañana entonan su canto pausado y largo, competían con la Paraulata negra, cuyo canto es más agudo y con diferentes trinos. Luego se les sumaron los Cucaracheros bigotudos, escondidos en los matorrales de la orilla cantaban sin dejarse ver.  Fue maravilloso escuchar todos esos cantos al mismo tiempo. Realmente indescriptible.

María, con su corta edad, ocho años recién cumplidos, le advierte a Farid que debíamos estar pendientes de una pareja de tucusos barranqueros, ellos tienen su hábitat a  un lado del camino. Fue sorprendente cuando al poco tiempo revoloteaban sobre nuestras cabezas cuatro de ellos, estaban decididos a cazar unas cuantas mariposas. Su dorso verde brillante, el pecho y la cola ocre y un babero blanco. Allí permanecieron por largo rato, de una rama a otra.



Fotografía. Farid Ayach

Previamente nos había sorprendido un Sorocuá Acollarado. Su presencia fue delatada por un celaje rojo que percibimos se movía entre las ramas de un árbol. Que maravilla tener aquella ave tan cerca. Ella respondía a mi llamado, con ese silbido triste en cuatro tiempos. María no dejaba de expresar su alegría porque al fin había visto el pájaro de “cola de teclado de piano”, como lo llama ella. Ese día fue la primera experiencia de Isabelita observando aves, estaba sorprendida.

Fotografía. Farid Ayach
 
El azul intenso y brillante de un Pico Gordo Azul, un Atrapa-mosca listado, un Amazilia bronceado coliazul, muchos semilleros y variadas mariposas terminaron de completar toda aquella gama multicolor y polifónica de una caminata de tres horas en este pedacito de bosque nublado.


Cecilia Martínez

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