lunes, 4 de junio de 2012

Un mágico día del Árbol



Sofía dando las palabras de bienvenida, mientras el resto espera a su intervención

Este 27, último domingo de mayo celebramos en Amaranta el día del Árbol, recuerdo que antes se celebraba en las escuelas primarias con mucha resonancia. En honor a aquellos tiempos y con la idea de que los muchachitos de Amaranta tuviesen la oportunidad de vivir esta experiencia, decidimos planificar  esta celebración.

Los seis niños fueron los anfritiones de la celebración. Recibieron a los visitantes de ese día y cumplieron con sus tareas encomendadas. Sofía dió las palabras de bienvenida, hizo énfasis en la responsabilidad que tienen ellos, los niños del planeta, en mantenerlo vivo y sano. Franco habló de cómo han apendido a reconocer las aves que visitan el observatorio y los árboles del bosque que nos rodea. Ezequiel habló sobre las características más notables de los colibríes. María fué la guía dentro del observatorio y mostró e identificó a los visitantes los colibríes presentes ese día. Las más chiquitas, Stephany y Andrea fueron las responsables de plantar el árbol de Araguaney en la calle.

María le muestra a Aura Marina los dibujos

Durante semanas nos preparamos con entusiasmo para la celebración. Beatriz montó una pequeña galería en el observatorio para mostrar los dibujos que han hecho durante meses, mientras yo les enseñaba y ensayaba con ellos lo que harían ese día. También tuvieron la oportunidad de ser entrevistados para la ocasión. Con alegría pintaron el gran árbol que adornó la entrada del comedor ese màgico domingo de mayo.

Pero la verdadera magia de ese día no fue ensayada, al momento de sembrar el Araguaney, espontáneamente todos los presentes nos tomamos de las manos y entonamos las notas del himno al árbol. Los gnomos y los duendes del bosque nos acompañaron. En ese momento cada uno de nosotros fuimos niños de nuevo.

Al regreso Rosa Elena Albornoz, quien aparentemente realiza actos de magia, hizo con los niños una actividad maravillosa. Su plan era observar aves con ellos, pero previo a ésto les pidió que se acostaran en unas alfombras e hizo una meditación. Fue un momento increible, hubo un silencio de más o menos media hora, sólo se escuchaba el silencio de las aves. Luego a ver pajaritos. Muy lindo la verdad.


La rueda al pequeño Araguaney que aguarda a ser plantado

Mas tarde Maximiliano Bandres instaló un telescopio para ver el sol reflejado en una lámina de papel. Maravillados vimos las manchas solares y escuchamos lo que Maximiliano nos explicaba acerca de ellas. Ezequiel se preguntaba por qué no se veían los rayos del sol, así como en los dibujos.

Después de la merienda los vecinos y amigos disfrutamos de las poesías de Josefina López y las melodías interpretadas por Janny Álvarez.

Así pasamos nuestro día, un hermoso día en el que desde los más pequeños hasta los más grandes, como Doña Felicidad de 95 años, disfrutamos de un nuevo encuentro con la naturaleza.

La magia no se planifica, es por eso que estamos agradecidos por tener días como estos, por tener amigos como los que tenemos, por los momentos espontáneos y por las cosas sencillas de la vida. Damos gracias por los árboles, la música y la poesía. Damos gracias al radiante corazón que sale por el este todas las mañanas y al asombroso acto de magia que es la luna. Agradecemos a  la tierra  que sabemos responde con el pulso de su amor a los cuidados genuinos que le damos.


Cecilia Martínez

Los niños de nuestra calle



De Izq.a Der. Ezequiel, Stephany, Sofía, María, Andrea y Franco


Desde hace más o menos dos años empecé a hacer contacto con los niños vecinos de la Calle Codazzi, donde está ubicada Amaranta la casa de los colibríes. Poco a poco fui animándolos para que participaran en algunas actividades. Sofía (9) y Stephany (5) fueron las primeras en comenzar. Con ellas se elaboraron los primeros jardines, luego Daniel (11) y sus papás se entusiasmaron. Beatriz se encargó de hacer los rótulos con sus nombres. Luego las abuelas Conchita y Consuelo se animaron a cuidar y preparar los jardines de sus pequeños nietos. Daniel tuvo la fortuna de tener su primer sobrino y se le ocurrió algo hermoso: regalarle su jardìn al pequeño José Angel. Daniel es quien cuida del jardín.

Hace cinco meses tuve una linda visita: Ezequiel (7) y María (7). Ellos espontáneamente me comunicaron su deseo de trabajar conmigo. ¡Que maravilla la espontaneidad de los niños!. Fue así que planifiqué actividades con ellos dos días por semana en las tardes. La idea es que después que terminen sus tareas de la escuela se reunan aquí para realizar diversas actividades. Luego se sumó Andrea (5) y también Franco (14), el hermano mayor de Ezequiel, quien manifestó sus ganas de participar, con lo que ha pasado a ser el mayor del grupo.

De esa forma, ya conformado un grupo de seis niños nos reunimos dos tardes a la semana de 4:00 a 6:30. Hacemos salidas a la calle y al bosque, allí  aprenden a reconocer los árboles de la zona, las aves y sus cantos, algunos mamíferos e  insectos.  Una de las actividades es hacer silencio para oir el sonido del agua, el canto de las aves, el croar de las ranas y el rumor de los insectos. Juntos estamos aprendiendo a escuchar a la naturaleza. Hace poco hicimos un paseo a la quebrada al caer la tarde, allí, apenas el sol se ocultó disfrutamos del espectáculo de las luciernagas y cocuyos, que con sus luces amarillas y azules alumbraron la noche y nuestro camino de regreso a la casa. Esta experiencia fue marravillosa, no fue necesario recordarles que hicieran silencio, pues el espectáculo de luces saliendo de los humedales de la quebrada los dejó sin habla.

Otra actividad que realizamos frecuentemente es recoger la basura de la calle. esto a servido para que los adultos entiendan la necesidad de mantener los espacios limpios y evitar que los desperdicios lleguen a las corrientes de agua. De esta forma los niños se sienten con la autoridad de llamarle a atención a cualquier persona que atente contra la naturaleza.

En el observatorio han hecho un trabajo para identificar las especies de colibríes presentes. Con cuidado observan el colibrí a identificar y luego con la ayuda de libros los dibujan, les colocan el nombre de la especie en español y en inglés y así, poco a poco, están logrando identificarlos.

La idea de integrar a los niños en estas actividades es lograr que ellos aprendan a cuidar y a respetar a la naturaleza. A entender que el ser humano es parte de un gran ecosistema, y que para vivir plenos en este planeta debemos cuidarlo.

Cecilia Martínez