martes, 23 de febrero de 2016

Se me escapó un Colibrí




El sábado 30 de Enero alzó vuelo un colibrí. Va rumbo Norte, hacia donde señala la cabeza de la hermosa Constelación de Orión. Stephany, mi querida niña, una muchachita que conozco desde que nadaba en el vientre de su mamá mi vecina más cercana, pertenece a el grupo de niños que hace mucho tiempo visitan la casa para aprender cosas que no enseñan en la Escuela, así lo consideran ellos.

La separación entre nosotros y nuestras casas, la marca un hermoso Guásimo, árbol al que hemos protegido de la acción humana, pues además de sombra, nos da el agradable olor de sus florecitas y ha servido durante mucho tiempo de refugio y dormitorio de muchas aves, en especial de una parejita de Pitirres que todas las tardes, al caer el sol, se acomodan uno al lado de otro para pernoctar. A través de sus ramas nos dábamos los buenos días y en las tardes, después que regresaba de sus clases de Ballet yo fisgoneaba sus movimientos en la sala se su casa, pues su cuerpo es movimiento.

Stephany, junto a María era una de las primeras en llegar un día de semana en la tarde a realizar las actividades que a ella le encantaban: conocer las aves, conversar sobre los árboles, rescatar una que otra pereza, y conversar sobre la necesidad de mantener nuestro planeta libre de plástico. Toda esa información que ella recibía aquí, se la trasmitía los domingos a su papá, cuando salían a caminar por la calle.

Se fue con su familia, con sus zapatillas de Ballet colgadas al hombro, con muchas ilusiones en su cabecita, pasando suavemente, con su pies ligeros sobre el cinetismo de Cruz Diez, que vigila la salida de las personas de nuestro Aeropuerto. Allí vas mi niña, con muchas ilusiones, a enfrentarte a muchas cosas, a otro tipo de gente, otro idioma, otros sabores y a otras costumbres.

Recuerda nuestra conversación, tu país y tu gente están aquí, al Norte del Sur.

En algún momento, a tu regreso, al abrir la puerta de entrada, los colores del mural se harán más vivos con el movimiento de tus pies. No habrá tropiezos. Nos veremos en este lugar común, nuestro Araguaney alfombrado de amarillo, donde haremos una ronda y bailaremos contigo. Una mariposa Monarca adornará tu pelo y un Colibrí Cola de Oro besará tu frente.

Después, entre todos, tomaremos las piezas del rompecabezas y reordenaremos el mapa de nuestra querida Venezuela.


Que Dios te bendiga...


Cecilia Martínez

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