jueves, 17 de septiembre de 2015

A nuestra querida Agatha

Fotografía. B.Malavé


Hace una semana se nos fue para siempre nuestra querida Agatha Cristhie, esa maravillosa perrita que nos acompañó desde hace unos años. Ella llegó a nuestra casa gracias a Glen y Lili,  unas grandes amigas amantes de los perros, que trabajan con un grupo que rescata perritos de la calle y luego los pone en adopción. Por las marcas de su cuerpo, una pata delantera rígida por una fractura y la ausencia de uno de sus dedos de una pata trasera, deduzco que sufrió mucho mientras estuvo en la calle. La adoptamos, aunque la verdad es que nosotros fuimos adoptados por ella.

Al llegar a nuestra casa Agatha nos conquistó, desde el primer momento se embolsilló a Sansón Francisco, quien creíamos era el escollo más difícil para su estadía. Rápidamente los dos se hicieron amigos y se compartieron el trabajo de los cuidados de la casa. A los pocos días de su llegada Agatha escogió lo que sería su cuarto, en las mañanas ella amanecía tiznada de negro y el lugar, bajo la cocina, donde se guardaba la leña y carbones amanecía desordenado. Desde entonces allí le pusimos su cojín. Hace dos años cuando Botero, el hijo de Sansón, llegó a la casa ella estableció las reglas del juego, a pesar de su pequeño tamaño se convirtió la jefa de la manada. 

Fotografía. Farid Ayaach
Ella era muy ágil y libre, desde que llegó se encargó de cuidar el gallinero de los rabipelados. Si oía algún ruido extraño corria y ladraba, hasta llegar al sitio. Y si tenía dificultades le tocaba la puerta al Sr. Jorge para que la ayudara. Cuando nacían nuevos pollitos no se despegaba del gallinero. Alli estaba ella para resguardarlos.      

Era una perrita pajarera. En las salidas a observar aves, siempre me acompañaba, no me abandonaba en ningún momento. Cuando me colgaba los binoculares al cuello ella ladraba y ladraba  hasta que salíamos. Iba calladita, pisaba suavecito para no hacer ruido y tenía la paciencia de esperar, eso si, siempre vigilando en silencio.

Fotografía. B. Malavé
Tenía muchos amigos en la calle. Todas las tardes visitaba a Pototo y a Chiquitin. Alli Consuelo, Katerina y Giovanna le guardaban una merienda, después regresaba a casa. Con los visitantes era un encanto. Cuando mi hermana Antonieta venía a visitarnos ella disfrutaba muchísimo, mi hermana siempre tan consentidora le traia chucherias, pero lo que más disfrutaba era el cariño.

Un perro no te pregunta tu nombre ni en qué o quién crees, no le importa tu color de piel ni tampoco cuantas posesiones tengas. Un perro es un perro y su amor es incondicional. 

Fotografía. Leopoldo Avendaño

Cuando una mascota tan querida se va, el dolor es muy fuerte, es como perder a un gran amigo, a un miembro de la familia. Su partida nos deja un gran vacío.

Agatha estamos seguros que ahora debes estar corriendo en las sabanas del cielo con Tizón y Vulcano, con Tabaco, Cotufa y Caramelo, con Turmalina, Guamita, Sombra y Topi. Tantos amigos que te están esperando, celebrando tu tiempo en la tierra. Agradecemos que hayas sido parte de nuestra familia, siempre agadeceremos tu amor y compañía.

En el sitio donde te colocamos crecerá un jardín con abejas, mariposas y colibríes y, como dijo el Sr. Jorge al momento de enterrarte: “Nunca te olvidaremos amiga”.   

Fotografía. Lili Guralnik

Cecilia, Adolfo y Beatriz