viernes, 12 de julio de 2013

La despensa del bosque

Paraulata de Montaña. Fotografía. Lili Guralnik
Mayo y Junio, son dos de los meses claves en la anidación y reproducción de las aves. Después de los cortejos entre ellas, cada uno diferente y con mucha gracia en cada especie, las aves escogen el lugar donde construir sus nidos, algunos de ellos difíciles de percibir.

Una pareja de paraulatas lo hizo en un brocal que sobresale de un muro. Allí tuvieron tres pichones. Estuve muy pendiente de ellos, pues estaban muy a la vista. Los padres llegaban a los comederos de la casa y durante todo el día  cargaban su compota de frutas y masa de maíz para sus pequeños. Después de un poco más de un mes, el nido está vacío. Los pichones están con sus padres en las ramas de los árboles cercanos. Vimos como uno de los padres buscaba entre las hierbas, allí consiguió un grillo. Sin contemplación le dio contra el piso y subió con la presa, un alimento de más consistencia y rico en proteínas que sirve para calmar el hambre de los polluelos ya más adultos, quienes necesitan mucha energía para enfrentar la cotidiana vida en el bosque.

Gran Atrapamoscas Listado. Fotografía. Lili Guralnik
Una pareja de  Gran Atrapamoscas listado tiene su nido en el muro frente a la casa. Estas aves llegan entre marzo y abril. Su llamado, parecido al sonido de un pito de un muñequito de goma, avisa de su llegada. Allí entre los huecos de esa gran pared, muy alto y bien protegido tienen a sus pichones. En un ir y venir, ambos padres van a los grandes árboles a buscar los insectos para alimentar a sus crías. Cuando ya estén fuertes toda la familia emprenderá su viaje de regreso a su lugar de origen.

Coloqué hace algún tiempo un tubo de pvc de más o menos un metro de longitud, con dos tapas en los extremos, un agujero lateral en la parte superior y las paredes internas cubiertas con una malla, con la idea de  que algún periquito mastrantero  hiciera su nido allí, como sucede en la Estación Experimental de Los Llanos.  Los periquitos no lo hicieron, pero ese recurso es utilizado por un hermoso trepador marrón.  Allí tiene sus pichones, no se cuantos, pues no me atrevo a molestarlos. El trabajo de esa hermosa ave es muy intenso, va de un lado al otro en el bosque. Es un constante ir y venir para buscar el alimento necesario para sus crías, en esa enorme despensa natural que es el bosque que nos rodea.  

Cecilia Martínez